Es un juego simple, de por sí muy entretenido y trágicamente absurdo. Subido al tren eléctrico, acurrucado contra otros, bajar la cabeza y fijar la vista al piso. Separar levemente las piernas, aproximadamente medio metro o menos. Reposar todo el peso del cuerpo sobre una pierna, flexionando suavemente la rodilla. Repetir el movimiento hacia el otro lado, periódicamente. Intentarlo varias veces hasta quedar en perfecta armonía con el meneo del tren.
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