lunes, 12 de febrero de 2007

Fatigas

Una vez tuve fatiga cerebral, y en todo ese día no pensé, no hice nada. La gente me hablaba, y como no tenía ganas de pensar lo que me decía me quedaba mirándolas fijo, con la mirada perdida. Ese día tampoco comí, porque me daba fatiga pensar que comer. Y ahora que lo pienso no se si esto realmente pasó, porque la fatiga cerebral tampoco me dejaba recordar las cosas que hacía, pero supongo que realmente pasó porque cuando lo pienso me dan ganas de hacer la fatiga nuevamente.

Una vez tuve fatiga ocular, y solo veía sombras y colores que se mezclaban. Ese día tampoco pude hacer nada, ya que no veía y las cosas que quería hacer no las podía hacer. Recuerdo que me golpeé varias veces con las paredes, y que en vez de comer brócoli comí un pedazo de vela aromática.

Una vez tuve fatiga bucal, y no hable en todo ese día. Claramente esta que tampoco comí ni tome nada, ni fume, ya que el solo hecho de abrir la boca me daba fatiga. Recuerdo que fue interesante tener la fatiga, ya que en todo el día me dedique a escuchar lo que decían los demás, no fue muy productivo ahora que lo pienso.

Una vez tuve fatiga dedal, y en ese día no moví las manos ni los dedos. No salí de mi casa, ya que no podía vestirme y salir desnudo no me pareció una buena idea. Intente ese día tomar un café valiéndome de los pies, pero todavía tengo la marca del café hirviendo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

interesante, muy interesante, una perspectiva muy utopica de las fatigas ,en esta epoca